Ayer Roger Waters tiró por última vez en Buenos Aires la pared que tanto lo ha marcado como artista desde el año 1979 hasta hoy. Esa pared que vislumbró como un proyecto de muchas capas, que abarcó una historia que se transformó en disco, que luego tomó la forma de una película, para finalmente plasmarlo en un show demasiado adelantado para su época, que debió esperar un par de décadas para comenzar a gestarse (show en Berlín) y recién más de 30 años después de su lanzamiento pudo ser desplegado con todo el potencial que nos ofrecen las tecnologías actuales.
Uno de los mejores discos conceptuales del rock, junto con Dark Side of the Moon (también de Pink Floyd), Sgt. Pepper de los Beatles y Tommy de The Who, que cuenta una historia de principio a fin y logra transmitirnos los sentimientos y conflictos del personaje principal, Pink. Una historia que nació de la propia frustración de Waters al sentirse alienado en un tour de Floyd al ver la apatía en las caras del público para con la banda.
Mi fanatismo por Pink Floyd me llevó al estadio de River Plate dos veces, el 9 de Marzo y ayer, y valió cada centavo invertido. The Wall es un show sin comparación. Llegar al estadio y ver la pared de más de 70 metros de largo es una locura. Observar cómo progresivamente la van completando a medida que transcurre el show, las proyecciones en alta definición a lo largo de toda la estructura, el sonido surround que logra que las personas miren para todos lados para ver de dónde vienen las risas o si realmente está bajado un helicóptero sobre el estadio, generan que uno como público se compenetre al máximo.
Roger Waters es un frontman como pocos. Gesticula, se mete en el personaje, hace participar al público, corre de un lado para otro. Y todo eso lo hace con 68 años de edad, lo cual le agrega un plus a cualquier calificativo que se quiera buscar.
No va a haber un show similar en mucho tiempo que tenga todo lo que tiene The Wall: la historia y la temática, el juego audiovisual y la presencia de alguien como Waters. Lo mejor que vi en mi vida sin ninguna dudas.
Les dejo mi filmación casera de Comfortably Numb. Mis disculpas si la cámara se mueve un poco, pero después de 1 hora aplaudiendo, esos 7 minutos sosteniendo la cámara hacen que los brazos pidan piedad.
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